Sin dudas que yo no era nada ni nadie, pero Tu Señor, me buscaste, me miraste y me recogiste de las tinieblas, para que sea un hijo tuyo, me secaste mis lágrimas que tanto dolor y desilusión me producían, me cubriste de paciencia, y me llenaste de amor, para que amara sin fingimiento, de hecho y no tan solo de palabras. Ojalá todos pudieran entender este maravilloso misterio del amor fraterno sin obligación ni fingimiento. Te amo
Sin dudas que yo no era nada ni nadie, pero Tu Señor, me buscaste, me miraste y me recogiste de las tinieblas, para que sea un hijo tuyo, me secaste mis lágrimas que tanto dolor y desilusión me producían, me cubriste de paciencia, y me llenaste de amor, para que amara sin fingimiento, de hecho y no tan solo de palabras. Ojalá todos pudieran entender este maravilloso misterio del amor fraterno sin obligación ni fingimiento. Te amo